La alerta por Simone Biles ya ha pasado a nivel ‘Def con Dos’. La prodigiosa gimnasta no tomará parte tampoco en las finales olímpicas por aparatos del domingo en el Ariake Gymnastics. Renuncia así a asimétricas, una disciplina que no es su especialidad, y a salto, el lugar en el que saca uno de los mayores rendimientos, en el que se ve a la Biles voladora. Pero en Tokio, Simone vive pendiente de su cabeza y de eliminar ‘los demonios’ de la ansiedad, que ya le sacaron de la final por equipos y del concurso completo.
La propia Biles reconoció el viernes que continuaba sufriendo ‘twisties’, una sensación en la que no sabes muy bien dónde estás, es cómo perderse en el aire mientras vas en fase de vuelo. Un término común en el argot de la gimnasia en Estados Unidos. Perderse lo llaman en España. “No sabes distinguir literalmente si estás arriba o abajo. Mi mente y mi cuerpo no están sincronizados”, dijo la propia Simone en una storie de Instagram, en la que se le ve caer a plomo sobre una colchoneta blanda mientras se entrena en asimétricas.
El ejercicio errático mostrado en la red social es lo más aclaratorio: “No quiero pensar lo peligroso que sería si esto pasara sobre una superficie dura. Es por eso que la salud mental va tan unida a la física”. Sin embargo, Biles expone su problema públicamente, algo que da muestra de su valentía y ha recibido múltiples apoyos del mundo del deporte, entre otros de un tótem como Michael Phelps, que también se enfrentó al “desafío mental’ olímpico. “Su respuesta es de megacrack”, dice el psicólogo Pablo del Río.