Acabó la temporada para el Real Madrid con el equipo muriendo en la orilla, sobreponiéndose a un curso repleto de contratiempos en forma de lesiones para pelear la Liga de forma muy digna hasta el final, con 18 partidos sin conocer la derrota.
Pero a fin de cuentas la temporada acaba en blanco y si el Madrid disfruta de una sala de trofeos que es la envidia del deporte mundial se debe a su autoexigencia y su obsesión por ganar, no por competir con dignidad. Aquí un año sin títulos es un fracaso. Se acepta, pero mal. Y se le pone remedio para que no se repita.
En el club blanco la prioridad ahora mismo no es conseguir la continuidad de Zidane a cualquier precio, sino que están focalizados en dotar al equipo para la próxima temporada de eso que Florentino denomina “un nuevo impulso”. Y se muestran decididos a hacerlo con el técnico o sin él, porque esa renovación afecta a varios veteranos por los que Zizou ha mostrado una predilección que en muchas ocasiones no compartieron desde los despachos.