El beisbol se encuentra en una encrucijada.
Los jugadores en el campo nunca han sido más talentosos, pero el aumento de velocidad en los pitcheos de los lanzadores ha llevado a totales récord de ponches y promedios de bateo bajos. Está surgiendo una nueva generación de estrellas, pero con cada bat flip surge otra conversación sobre si viola las reglas no escritas. Major League Baseball está explorando nuevas reglas que podrían ayudar a resolver sus problemas de ritmo de juego, pero también está equilibrando formas de atraer a los tradicionalistas que dudan en aceptar el cambio. Mientras tanto, se vislumbran cuestiones laborales que podrían amenazar con frenar cualquier potencial avance.
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El beisbol debe decidir lo que realmente quiere que sea el béisbol
El estado del beisbol está eternamente en constante cambio. Está sujeto a los caprichos de los atletas que lo practican, los multimillonarios que lo dirigen, los tecnócratas que pueblan las oficinas centrales, los analistas que buscan la más mínima ventaja, los científicos que exploran fronteras invisibles, los abogados encargados de mantenerlo a flote, los médicos que perpetuamente volvieron a unir a Humpty Dumpty y especialmente a los aficionados, cuyas pasiones y deseos divergentes hacen que lograr un equilibrio perfecto entre la historia del juego y el futuro sea casi imposible.