Jair Bolsonaro quiere la cabeza de Tite. El polémico presidente de Brasil ha montado un gabinete de crisis para contrarrestar el motin de los internacionales brasileños y está ejerciendo una gran presión a la directiva de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para que el seleccionador, Tite, sea destituido. El plan de Bolsonaro es poner a un entrenador que tenga una ideología política alineada con la de su gobierno en el mando de la canarinha y el nombre favorito del presidente brasileño es Renato Gaúcho, exdelantero de la Roma y exentrenador del Grêmio de Porto Alegre.
La disputa de la Copa América en Brasil ya es, según definen asesores de Bolsonaro, “una cuestión de honor” para el presidente y la pelea para que los internacionales canarinhos jueguen el torneo es encarada como una verdadera “guerra política”. El presidente brasileño se metió sin ser invitado a una videoconferencia entre los dirigentes de la CONMEBOL y reafirmó su apoyo incondicional a la disputa del torneo.
Bolsonaro y el presidente de la CFB, Rogério Caboclo, vieron en esta Copa América como una gran oportunidad de fortalecerse en sus cargos, asumiendo un papel que, según veían, era de “salvadores” del fútbol sudamericano y de la CONMEBOL, que estaba muy cerca de verse obligada a cancelar el evento tras las salidas de Argentina y Colombia, debido a un empeoramiento de la pandemia del coronavirus.