La participación de Andrey Rublev en el torneo Godó ha resultado difícil de calificar. El tenista ruso, que llegaba a la cita barcelonesa como una de las principales atracciones del torneo, más todavía tras haber vencido a Rafa Nadal en el Masters de Montecarlo, ha sorprendido a propios y extraños más por su actitud en pista que por su juego.
Si bien el miércoles era protagonista por acudir a su partido sin raquetas, mostrando además una actitud casi desafiante frente a una organización que se desvivía por solucionar un entuerto del que no era responsable, este viernes ha vuelto a dar la nota por asuntos extradeportivos. Concretamente, por golpearse con su propia raqueta hasta sangrar.
El ruso la tomó consigo mismo durante un momento de furia y golpeó su pierna con el canto de su raqueta repetidas veces, tan fuerte que destrozó la herramienta y acabó produciéndose una herida visible por la que brotó la sangre.